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Pedazo de Caquita – Parte VII

20/06/2012

Pedazo de Caquita – Parte VII
El sueño, la maldición

Tras un día tan agitado, Daniela aceptó a Lidia en su casa, sin rencores o resentimientos, a ella aún le dolía el corazón, pero ya había perdonado a Lidia. Le dio su habitación y se quedó en un sofá en la sala de estar, acompañada del fiel Helvetic.

En el transcurso de esa noche, Lidia al quedar dormida volvió a tener el mismo sueño que desde ya varias noches le atormentaba. Ya ni siquiera podía ser llamado sueño, para ella era una pesadilla.

Sudando frío, como ya era costumbre. Dando vueltas y vueltas en la cama. La pesadilla termina de la misma manera que siempre lo había hecho, Lidia despierta dando un grito desesperado, lo suficiente fuerte y extraño como para despertar a Daniela, quien corre a la habitación preocupada. -¿¡Qué ha sucedido!? ¿¡Lidia estás bien!?- pregunta Daniela un poco agitada. Lidia lo único que hace es romper en llanto. Daniela se acerca lentamente y la abraza. Lidia se recuesta en su pecho.

-Daniela, perdóname por como te traté, soy una estúpida que no sabe nada. Roberto me mandó a la mierda por mi embarazo, me quede sin nada. Nunca tuve a nadie, sólo a ti, tu estuviste siempre a mi lado, y… yo te lo pagué tratándote muy mal… perdóname- Dijo Lidia a Daniela mientras recostada en su pecho dejaba caer sus lágrimas sobre la blusa de Daniela. Ella sonríe y la abraza aún más fuerte respondiendo: -Yo, ya te había perdonado Lidia. No llores…- Lidia da un suspiro, continua llorando abrazada de Daniela, ninguna de las dos dice una palabra más, pasan los minutos, hasta ambas quedarse dormidas en esa cama.

Ya había pasado mes y medio desde que Roberto sacó a Lidia de su casa, Lidia aún no recibía las cosas que había dejado en aquella casa tal y como Roberto le había prometido. Tampoco tenía noticias de ningún abogado para los trámites del divorcio. El tiempo pasaba. Lidia llevaba ya cuatro meses de embarazo. Las alergias hacia Helvetic fueron cediendo. A pesar del amor que sentía Daniela hacia Lidia, no le volvió a insinuar nada, ni intento besarla o tener relaciones con ella. Daniela había ayudado a Lidia con su embarazo, pero, el sueldo de Daniela ya no era suficiente para mantener a ambas mujeres, un bebé en camino y un perro. Por lo menos sobrevivían.

Parecía una mañana cualquiera, luego que Daniela se fue a trabajar, tipo once de la mañana suena el timbre de la puerta. –Que extraño, Daniela no regresa temprano de su trabajo, y menos toca la puerta. ¿Habrá olvidado sus llaves? ¿Le habrán dado el día libre?- se dice Lidia a si misma, y, abre la puerta.

¿Usted es Lidia de Díaz, la esposa del Señor Roberto Díaz?
S..s..sí, soy yo, ¿Usted es el abogado o el encargado de los papeles del divorcio con el señor? ¿Dónde están mis cosas? él dijo que me las enviaría.
Soy el oficial Alberto Castellanos, tengo que llevarla al cuartel de la policía, tenemos que hacerle unas preguntas.
¿Pero, qué preguntas, acerca de que?
Le explico en el camino señora. Acompáñeme por favor, se lo estoy pidiendo de una manera agradable porque usted también está embarazada. No me gustaría usar la fuerza, vengo con más oficiales de la policía esperándonos en un vehículo. No me haga llamarlos.
¿Dijo que yo “también” estaba embarazada? No entiendo. No veo a nadie más por acá. De igual manera, los acompaño, aunque esto no me da buena espina.

Ya en el cuartel de la policía, Lidia y unos cuantos oficiales en una oficina, como las de las películas con una mesa al centro, un par de sillas, alrededor, un vidrio grande, casi del tamaño de media pared. Lidia muy asustada, no sabía lo que estaba sucediendo, lo primero que se le vino a la mente fue: “Roberto me debió haber denunciado por algo que no hice” ella no tenía otra idea. Estaba tan asustada que comenzó a ponerse pálida. Antes de iniciar la sesión Lidia llamó a Daniela, pero no logró contactarla.

Los oficiales dijeron que no era necesario esperar algún abogado para comentarle a Lidia que pasaba, -Seré breve y conciso- dijo el oficial en jefe, -Usted es sospechosa por el asesinato de Roberto Díaz, su esposo.- Lidia al escuchar esta noticia, casi se desmaya. Uno de los oficiales en esa oficina le lleva un vaso con agua, y unos dulces. Lidia recupera su color, pero está demasiado impactada por la noticia, no puede creer, no puede creer que Roberto este muerto y menos que ella sea sospechosa del asesinato.

-Pe… Pe… Pero… Yo…- Interrumpe el oficial, disculpe señora, creo que no debí decirle eso tan rápido, por su embarazo. Usted no es la única sospechosa,  también lo es su amiga Daniela, ella ya está aquí en otra oficina. Vamos a interrogarlas a ambas para ver en que coinciden y en que no. – ¿¡Porque Daniela es sospechosa, que relación ella con Roberto!?- dijo Lidia un poco alterada.
–Según tenemos entendido, y por lo que su amiga dijo a uno de los oficiales, ella esta enamorada de usted. Y que mejor forma que matando a su esposo para tener el camino libre, ¿no lo cree Lidia?- dijo el oficial.
–Si, acepto que ella tiene ese sentimiento hacia mi, yo no se lo he correspondido. No creo que ella esta tan enferma como para matar a Roberto.- responde Lidia. –Entonces fue usted.- dijo el oficial.
-¿Qué hay de Karen? La amante de Roberto ¿Acaso ella no es sospechosa? Preguntó Lidia.
-Lo es, pero ustedes son las principales. Y, el que hace las preguntas aquí soy yo Lidia.

-Señor, necesitamos que venga un momento, hemos encontrado el arma con que sucedió el homicidio del Señor Roberto Díaz.- Suena el intercomunicador del oficial en jefe Alberto Castellanos. –Piense bien lo que dirá Señora Lidia porque cualquier cosa que diga puede ser usada o no en su contra. Se levanta el oficial de la mesa, y deja la oficina. Lidia rompe en llanto, sin saber que hacer o decir.

En la otra oficina
-Oficial Rosales: Es esto señor, un cuchillo de cocina grande, un cuchillo ordinario, fácil de obtener en cualquier cocina.
-Jefe Castellanos: Muy bien Rosales mándenlo lo más pronto posible a pruebas de ADN. Necesitamos los resultados para ver quien de estas tres mujeres ha sido la culp… (Entra el oficial Méndez corriendo en la oficina, el era quien interrogaba a Daniela en la otra oficina)
-Jefe Castellanos: ¿Qué le pasa Méndez? ¿Por qué entra de esa manera?
-Oficial Méndez: Mis disculpas señor, pero ya no hay que hacer más investigaciones.
-Jefe Castellanos: ¿Por qué dice eso, acaso se volvió loco?
-Oficial Méndez: No, encontramos a la culpable del homicidio. La culpable es Daniela. Ella misma se declaró culpable hace apenas unos minutos.
-Jefe Castellanos: Vaya, eso fue rápido. Espósenla, y llévenla a la prisión temporal que tenemos aquí en el cuartel para esperar el juicio. Y si Lidia, ya embarazada que fui a traer hoy quiere ir y verla puede hacerlo. Ah! Y háganle saber a esa mujer que estaremos vigilándola. Y que no la tendremos más aquí solo por su estado, y que puede ser malo para ese niño que lleva dentro.
-Oficial Méndez: ¡Si señor!

El oficial Méndez lleva a Daniela a la prisión temporal que se encuentra en el cuartel de la policía. Una prisión pequeña, solamente con una cama pequeña, muy incomoda, y un inodoro para que ella pueda hacer sus necesidades. Era un lugar frío y húmedo. Si Daniela tenía suerte, no tendría que estar con ratas en ese lugar. Luego de instalada Daniela en ese lugar, llevan a Lidia para que hable con ella, dándole la instrucción que solo tiene diez minutos para estar allí y las deja solas.

-Lidia: ¿¡DANIELA, QUE HAS HECHO!? DIME, ¿¡POR QUÉ ESTÁS AQUÍ!? QUE PUTAS TE PASA…
-Daniela: Relájate Lidia, si he hecho esto es por ti…
-Lidia: ¡¡NO ENTIENDO!!- Lidia comienza a llorar desesperadamente. – ¿EN SERIO, ME AMAS TANTO COMO PARA MATAR A MI ESPOSO? YO YA VIVÍA CONTIGO, INCLUSO, DESPUÉS DEL DIVORCIO CONSIDERABA NO TENER OTRO AMOR CON UN HOMBRE… Y VER SI TU Y YO PODRIAMOS INTENTAR ALGO… (Daniela comienza a llorar)
-Daniela: ¿Crees que fui yo quien mató a Roberto? Pensé que ya me conocías… Si hice esto fue porque mi corazón así me lo indicó. Éramos tres sospechosas, incluyéndote. Si fuiste tú, lo cual dudo mucho, yo tomaré los cargos por ti, para que puedas criar bien a tu hijo. Si no fuiste tú, la verdad tendrá que saberse algún día, y yo quedaré libre. Pero mientras se descubre la verdad no quiero que te pase nada, y que cuides mucho tu salud y la de tu bebé.
-Lidia: ¡ERES UNA ESTÚPIDA! Culparte para que me dejaran libre… Yo no te merezco. Tú eres para mí… (Interrumpe el oficial) –Se acabó el tiempo. Vamos Lidia.

Y entonces Lidia se dice a si misma:
-«Creo que estoy maldita, todas las personas que se acercan a mí terminan mal… ¿Acaso a eso se refiere el sueño que he tenido los últimos días? Mi padre se fue con otra mujer cuando apenas nacía Paul, mi madre se suicidó, mi hermano murió por un ataque de sobredosis, Roberto fue asesinado y soy sospechosa, y Daniela en prisión por mi culpa. Tengo miedo. Tengo mucho miedo de lo que pueda pasarle. Nunca debí buscarla, tal vez así hubiera evitado todo esto. Solo espero que Daniela no tenga el mismo fin trágico como las demás personas. ¡¡DIOS, SI ESTÁS AHÍ AYUDALA!! Si. Lo creo. Estoy maldita, siempre lo he estado, mi vida es un pedazo de caca, que digo un pedazo, una caca completa.»

Continuará… 🙂


Inspirado y Escrito por Adolfo Penados
2012